Relatos ♣ Amiguita (Capitulo IV)
Posted: domingo, 16 de octubre de 2011 by @kmilosandoval in Etiquetas: Amiguita, Autor, Chile, Chilena, Concepción, Cuento, Episodio, Escritor, kmilosandoval, Relatos, Sitcom
Amiguita (Capitulo IV)
Eran las ocho de la mañana en punto, yo estaba en la
fila para tramitar un papel en el DAE de mi Universidad. Tenía cara
de poto al máximo y apestaba a un mix olfativo de todos los copetes
que había tomado la noche anterior, en tremenda joda con mi
amiguita. Vestía ropas de la Anita, la mía había desaparecido sin
dejar rastro alguno. Llevaba puesto lo que ella se ponía en las
mañanas, lo que usa para ir al gimnasio. Unas calzas blancas de lo
más ajustadas, un polerón del tipo polar, zapatillas, calcetines
cortos fucsias (Odiaba ese color) y todo esto decorado por un moño
parado a medio hacer, ingeniosamente tomado solo con un lápiz de
palo Nº 2.
Si bien es cierto me sentía totalmente diferente, no
solo por la ropa o por la experiencia de la noche anterior, sino más
bien por que en el transcurso de los últimos 3 días, mi rutina
había cambiado en 180 grados, volviéndome de la nerd seca pal' 100
en la U, a la sexy bomba taquillera, alocada y “lela” que era
esta mañana. Lo de “lela” no sé si era tal, mal que mal había
sido mi primera y única experiencia en el rubro, si me preguntan si
me había gustado? Sí la verdad que lo encontré bien entrete, pero
lo que se venía para hoy en la noche era totalmente fuera de mis
fronteras, proyecciones e incluso, si nos ponemos religiosos, de mis
principios, que tan bien me habían inculcado las monjas en la suerte
de orfanato en el que me críe. En eso estaba, pensando en el trío,
en la Anita, en como sería su mino, cuando de pronto me llaman para
avanzar en la fila, por fin. Había despertado muy temprano, me había
acostado muy tarde y sentía que por lo menos merecía un descanso,
como el que de seguro se estaba dando ahora la Ani, quien ni se movió
cuando salí por la mañana.
El joven que me atendió, era conocido para mí,
siempre amable, me había llamado la atención cada vez que hacía
esos trámites. Digamos que de la universidad era uno de los tipos,
que sin ser feos, me resultaba atractivo por lo interesante que se
veía tras del mostrador. Sabía por ejemplo que estudiaba allí y
que era su trabajo de medio tiempo dentro de la U, eso me gustaba,
pero más allá de eso eran interesantes sus comentarios o ese humor
extraño que siempre profesaba, este día no era la excepción y al
verme pensativa, ida, en otro mundo y con mil ”aborígenes”
bailando en la cabeza. Apoyó sus codos en el mostrador y mirándome
fijamente por entre mis lentes me dijo
–Te imaginas que seamos parte de un cuento?– Lo
ven? Se los dije. Puse cara de “De que me estás hablando?”.
Siguió
–…Que en este momento seamos parte de una historia
que alguien más está escribiendo entre tropezones en una bodega del
sur de Chile?– Me miró buscando respuesta, no la encontró
–…Que ese alguien tiene que hacer que de alguna
manera nos juntemos ahora, en esta fría mañana, acá en la
universidad? Tú buscando tu certificado de titulo y yo
entregándotelo?– No podía seguir en silencio, por que sí, me lo
imaginaba, pero no estaba de humor esa mañana. Le contesté un poco
incrédula.
–Si fíjate– Jamás me había escuchado tan segura,
tomé más aire y seguí –…Me lo imagino y también imagino que
me hizo pasar una velada alocada anoche, que desperté con la
tremenda resaca y que me levanté a las 7 de la mañana, sin alcanzar
a bañarme, para venir acá, donde tí y que me dieras la “lata”
tan temprano por que te fumaste quizás que cosa antes de llegar a
trabajar– Se enderezó quedando atónito y disculpándose exclamó
–No era mi intención, perdón, solo quería ser
ameno con el primer cliente del día– Se dio la media vuelta para
tramitar mi papel, perdiéndose entre estantes infinitos de la fría
oficina en la que trabajaba, “part time”. Me sentí mal, después
de todo solo quería ser amable y yo le mandé toda su creatividad
al carajo. Eran esa clase de actitudes las que me había tenido si
pololo todos estos años. Cuando volvió y mientras timbraba el
famoso certificado me disculpé diciendo
–Perdón… Sabes? igual lo imagino siempre. Imagino
que el que escribe tiene frío, por que yo lo siento o que por
ejemplo nos puso en este lugar, a esta hora a los dos, por algo…–
Mirando el papeleo levantó solo sus ojos y sonriendo asintió.
Continué, me la iba a jugar.
–Y sabes qué más? También imagino que me gustaría
verte de nuevo, que un día llegaras a mi casa, haciendo sonar la
tediosa campanilla que cuelga en la entrada y que al abrir estuviera
tú detrás con un ramo de flores, para mí– Le di un beso en su
estupefacta mejilla, me di la media vuelta y me fui. No sin antes, de
espalda, girar para bajarme los lentes y cerrar pícaramente el ojo
derecho, se puso rojo.
Llegué a casa a eso del medio día. Pensando en dormir
claramente, pero el panorama era otro. Al entrar y en primer plano,
la Ani, pasando la aspiradora en el living y con el 90% del aseo
totalmente hecho. Cómo lo hacía? No sé, pero era una máquina. Más
tarde me enteraría de su secreto. Se sacó los audífonos que tenía
puestos y vestida casi igual que yo. Con ese ánimo que la
caracteriza, saltó alzando las dos patitas en el aire.
–Amiga! Que rico que llegaste, en la cocina te dejé
panqueques y café recién hechos para que desayunes–
–No Ani, gracias, que lata, pero me quiero acostar un
rato–
–No, nada de acostarse galla, acuérdate que hoy en
la noche tenemos nuestra triple junta y hay que preparase, arreglarse
e ir al supermercado y necesito que me acompañes– Puso cara de
pollo y concluyó
–En eso habíamos quedado o no?– Suspirando y como
pude le contesté.
–Si Amiga, en eso habíamos quedado– Se puso
contenta, corrió hacia mí, me abrazó saltando y me llevó a la
cocina para gentilmente servirme todas las cositas ricas que había
preparado.
Cuando estaba comiendo, solo estuvimos en silencio un
rato, yo por el hambre que tenía y ella sentada frente a mi buscando
la forme de decirlo. Sirviéndose sus tés verde que acostumbraba por
la mañanas, junto a la ventana que amablemente la complacía con el
sol del medio día, mientras el vapor de nuestros líquidos nos
relajaba. Estaba inquieta, se acomodó los pelos rubios como 20 veces
hasta que lo dejó salir.
–…Y qué te pareció lo de anoche?– Tomó té y
de reojo espero mi respuesta
–No me acuerdo de nada Ani. Qué pasó después de
los tragos?– Entre abrió la boca, ojos y mirándome desde abajo,
con el mentó pegado al pecho contestó.
–Mentira que no te acordai' de nada? O sea, todo mi
esfuerzo y trabajo para darte una noche inolvidable… se te olvidó!?
Te pasaste! – Me dio risa que fuera tan importante para ella y así
medio coqueta y viendo para otro lado le contesté
–No tontorrona grave, si me acuerdo… de todo. Fue
súper… entrete, bonito, tierno y…– Ella se encargó de
completar mi idea interrumpiendo.
–…Y súper sexy!! Verdad?–
–Si Ani, terriblemente sexy!– Reímos de buena
gana, se sentía orgullosa. Continuó
–Y que te gustó más? Cuando saqué mi jugué…–
–No no no, Ani sin detalles, prefiero no hablar de
eso y quedarme con el recuerdo, te parece?–
–Me parece… Como estás para hoy?–
–Como crees tú? Nerviosa –
–No te preocupes amiguita, no tienes por que estar
así. El Juanqui (Así le decía) Es súper tierno, buen mozo,
delgado, pero tonificado y nada de lo que te imaginas, sin pelos, en
verdá'. Tiene unos gustos súper diferentes a los otros hombres con
los que alguna vez estuve– Como que le creía y me imaginaba lo
peor, mal que mal y sin ser mojigata había estado no solo con hartos
hombres, si no que podríamos decir que, con un número absolutamente
obsceno, que haría sentir pudor al más obsceno de los obscenos. Si…
tal cual.
Por la tarde, me dio un tour de “trámites” que
nunca había hecho, como ir a la manicura, pedicura, spa, masajes de
reducción, peluquería (Que incluyó teñido con “luces en los
cabellos” que son como los clásicos visos que buscan “iluminar
el look” como lo señaló Esteban, nuestro estilista a cargo quien
además parecía conocer a la Ani de toda la vida. Una confianza
oye!), maquillaje (Sutilmente putón, pero con cierto glamour además)
y cambio de marcos de lentes por unos gruesos, alargados en las
puntas, de color rojo,con los que con ese maquillaje me daban un aire
de mina de los 50 al estilo “pin up”, mezclado con unos toques de
profesora de peli porno francesa (Esa sí que la había visto en el
cinemax). Para cuando terminamos todo ese ajetreo, que terminó con
una tediosa visita al supermercado, ya era de noche teníamos que ir
a toda velocidad a preparar el agasajo, por que a las 10 en punto
llegaría el famoso “Juanqui”, el que seguramente se estaría
comiendo las uñas pensando en realizar la más recurrente, típica y
deseada fantasía de todo hombre, estar con dos mujeres a la vez. Eso
por lo menos creía yo.
Luego de preparar la mesa, y artilugios para la comida
y brebaje, estábamos por fin listas para vestirnos, lo que para la
Anita resultaba ser siempre todo un rito. En mi cama y frente a mi,
las otras cajas blancas en las que sindicaba “De tu amiga”.
Cuando estaba por descubrir lo que había en el interior, la Ani me
tomó ligeramente del brazo para hacerme una última advertencia. Se
puso bien seria, me tomó por los hombros y me dijo
–Carlita amiga, antes que nada quiero darte las
gracias por este inmenso favor que me estás haciendo, yo sé que
para tí no ha sido nada de fácil– Me dio la lata otra vez con lo
mismo y para que se apurara le confirmé mi amistad diciendo.
–No te preocupes, no es nada, gracias a tí por
mostrarme que puedo ser capaz de ser más que solo una buena alumna–
No me contuve y la abracé. Era una amistad de años, de dos minas
tan diferentes, pero que en el fondo era honesta y bien pura. De esas
amistades que una, rara vez desarrolla en la vida, ahora me doy
cuenta de eso. Continuó con la advertencia.
–Antes que abras tus sorpresas, te quiero decir algo
– Sabía que venía algo grande. Tomó aire y lo dejó salir rápido
al tiempo que recitaba.
– El juanqui y yo, no es solo que queramos estar con
otra mina y hacer un típico trío…no – Mi expresión cambió de
risueña a preocupada a lo que ella respondió acotando
–Lo que pasa es que el Juan Carlos… O sea yo con el
juanqui… –
–Dilo de una buena vez mujer! Ya estamos acá! Y soy
tu amiga! –
– Al “Juanqui” le gustan otras cosas… Por
ejemplo le gusta que lo amarre y… – Antes que continuara con
detalles que no quería conocer previo a un par de “mojitos” la
interrumpí
– Me estai' diciendo Anita, que a tu pololo le gusta
que lo dominen!?–
– Si gueona…si y a mi me gusta amarrarlo y bueno…–
– Dominarlo!–
– Si pu'! Ese es el termino técnico… Entonces la
fantasía de él es estar amarrado de pies y manos vernos como lo
hacemos entre nosotras y que luego… Nos lo… lo…–
– Nos lo tiremos!?–
–Si, eso mismo! –
–Pero Ani, que onda? No será mucho?– Puso esa
carita de perro mojado con ojos brillosos, suspiré inconsciente de
la decisión que estaba por tomar y bien fácil le dije
–Ya bueno Ani… Pero te aviso al tiro que yo no
cacho nada de “Esa onda”. No es que cache mucho de “otras
ondas”, en realidad no cacho de “ninguna onda”, pero no será
como muy brusco para ser mi segunda vez? –
–Si, yo igual había pensado en eso… pero mira, no
hay apuro. El Juanqui es bien pasivo– Se acercó para decirme algo
en secreto y susurrando al estilo “Bad girl”.
– Además yo le pongo una pastillita azul en el
trago y uff! Hay Juanqui para rato! – Se mató de la risa, ella
misma de su propia “maldá”. Por un momento me vio como
compadecíendome y me dijo
– Ya oh! Abre tu regalo mejor que harto que me costó
encontrar algo que combinara con lo mío y sin que me opacara…!–
Se sonrojó, salió caminando de espaldas de la pieza hasta
desaparecer y procedí a ver lo que oscuramente me esperaba en el
interior del famoso “regalo”.
La sorpresa fue realmente absoluta, por que si bien es
cierto, me esperaba algo más exótico y como diría la Ani, más
“Sexy” que el vestido rosado y a media pompa que me regaló para
usar en la noche anterior, esto, no tenía ni una comparación con
nada que siquiera haya visto en mi vida. Todo comenzaba con una falda
del tipo “tubo” que me llegaba bajo las rodillas, extremadamente
ajustada, negra, brillante y de un material semejante al cuero pero
más delgado. Además una chaqueta manga larga del mismo color y
material. Con un profundo escote el que continuaba hasta el ombligo
con unos broches semejantes a los de un corsé, de ahí en más una
especie de pollerita que llegaba a 5 cm. Sobre la cintura. También
un cuello de cuero con remaches, como de perro maloso, medias negras
de red que se marcaban bajo la falda brillosa. Unos tacos negros de
no menos 12 cm. Todo esto coronado con una fusta, de esas para agitar
a las caballos. Sin duda sería toda una dominatriz, pero de lentes,
detalle no menor por que luego me di cuenta que este implemento, le
daba seriedad al personaje y por tanto también mayor veracidad,
demasiado entretenido, hasta ahora.
Cuando estuve lista, con todos los artilugios puestos
me vi de pies a cabeza y juro que oí un sonido, el sonido de un
látigo “Tukchí!”. La puerta de mi pieza fue golpeada rapidito y
tres veces, era raro por que la Anita jamás tocaba, solo se limitaba
a entrar de sopetón, gritando y saltando, sin nunca importar hora,
intimidad o fecha del año. Al abrir, la Anita, con chapes y un
disfraz de colegiala pero es que demasiado. Ella iba más o menos
así, zapatos de taco alto, blancos y negros de charol, medias
blancas hasta el muslo, minifalda mínima, escocesa, rosada clarita y
con líneas negras. Un “top” de lycra blanco brilloso, mangas
cortísimas y de la onda rococó. Un cuello rígido del mismo color
que la mini y un escote circular profundísimo. Luego de verla de
pies a cabeza con la fusta en mis manos y una expresión seria, no
aguanté entrar de una vez en el juego y decirle
–En resumidas cuentas… Una alumna de algún colegio
católico mal avenido a la que yo tendré que educar?– Agité la
fusta en mi mano, esta se ciñó a ella con todo el puño. Se río un
poco, se dio cuenta que debía continuar el juego, puso cara de
tímida - asustada y agregó hablando como “guagua”
– Si profesora, eh sido una mala niña, me porté mal
con el compañero Juan Carlos… le toqué sus cositas– Sacó un
“chupetín” relleno de un sugerente yugourt y le dio una buena,
larga y contundente, como decirlo…? Si, por qué no, chupada, me
dio más risa y le pregunté seria.
–Así que quieres que te de una lección cochina?! –
– Shi, eso quiero profesora… – Me vio con un poco
de miedo, no pudo aguantar y terminó por lanzar una carcajada
demasiado contagiosa que me impidió seguir en el papel. Como era
costumbre, la Ani me había hecho reír de buena gana, otra vez.
Entró a la pieza y me alabó con un montón de elogios de pies a
cabeza, por lo bonita y guapa que me veía. Yo solo me limité a
comentar que ella se veía muy: “My Bitch!”, cada vez hablaba más
como ella. Se mató de la risa y se acercó con otra de las bolsitas
que venían en el set, en ellas dos impermeables, blanco para mi,
negro para ella, los que femeninamente nos dieron un toque de
distinción e inocencia absoluta, camuflando totalmente el “Regalito
de mi amiga”.
Cuando estábamos 89% listas, retocándonos el
maquillaje, que ya a estas horas manejaba cada vez mejor, la Anita me
dio una vez más las gracias y lloró por lo buena amiga que era. De
no haber sido por eso habríamos estado 95% listas, pero no. Cuando
terminó, como no le gustaba llorar, otra vez hizo lo que mejor
sabía, volvió al personaje y tímida con acento español me dijo.
– Profesora…? –
–Dime niña!–
–Le traje otro regalo –
Antes de que alcanzara a seguir el juego la Ani me
señalaba un espejo que estaba sobre el tocador, claramente nunca
dejaría de sorprenderme, si, cocaína! Co-ca, pueden creerlo?. Estas
puestas en 12 líneas de unos 7 cm Cada una, agrupadas en grupos de
6, puestas convenientemente, una junto a otra. La miré impávida y
solo dejé escapar el comentario mas estúpido que se me vino a la
mente.
–Qué es esto?–
–Cómo qué, qué es esto? Coca pu gueona, que creí?!
–
– Si, lo sé galla! Lo que te pregunto es que chucha?
–
– Mira Carli, esta guea no le regalan, es más cara
que la cresta, nadie te pone una pistola en la cabeza, si queri'
probai' si no, te vai a la chucha no más – Fue de seria, a
violencia reprimida. De seguro la droga le causaba esa reacción
previa. Realmente mi oposición era parte del juego, por no querer y
permanecer santa, en realidad puras gueabadas, me daba lo mismo y le
dije
–Ah! Te la creíste! Obvio que quiero, haber… como
es la cosita, pasa pa' acá – Y le quité una bombilla que tenía
entre las manos con manicura francesa. La puse en mi nariz y me
limité a hacer tal cual como me enseñó la Ani, aspirar dándole
solo un “Jalón” a cada línea y así lo hice. La primera como
que me dolió, era una sensación rara. Pero al rato la nariz se me
durmió completamente y la música que sonaba de fondo era “Last
for life” de “Iggy Pop”, si esa, la de la película
“Trainspoting”. De pronto unos whiskys, con “Redbull”, la
Anita ingeniosamente había nombrado ese trago “WhikBull”, muy
ingenioso. Estaban súper ricos y como me gustó la mezcolanza me
tomé varios seguidos, lo estaba pasando chancho. En ese momento
entendí por que la Anita tenía siempre tanta energía, era más que
seguro. Ahora entendía que el el sonar constante de nariz que
siempre tenía era fijo por esto mismo y que sentía yo ahora. Una
especie de “moquillo” liquido, como alergia, que no paraba y que
según la Anita era mejor “No sonarse”. Sentía que quería salir
corriendo de ahí, que podía hacer todos rápido y con precisión
total, realmente esta cuestión era total! Lo digo con conocimiento
de causa y sin remordimiento! Qué lastima que sea tan tóxica
también reflexioné, no era para mí, pero igual había que probar,
estar informada, mal que mal “El hombre que no está informado, no
tiene derecho a opinión. Bio Bio LA radio” Me reí sola… Así
estaba, riéndome sola.
Sonó la campanilla de la puerta. Había llegado Juan
Carlos y ambas estábamos emocionadísimas (Exitadísimas). Nos
instalamos frente a la puerta. La Ani, de piernas juntas y a mi lado,
muy paradita igual que yo. Se abrió la puerta, estaba sin llave.
Asomaron de abajo hacia arriba unas zapatillas “Converse” azules,
pantalón de tela negra, polera de piqué blanca y todo esto en un
tonificado y delgado cuerpo que era coronado por un cabellos castaño
claros, cortos y alocados, en todas direcciones y unos tiernos ojos
verde, de una tez blanca del tipo rojiza. Sin duda era mi tipo me
dije. Pero un momento, yo a este flaco lo conocía, era nada más y
nada menos que el que atiende part time en el DAE de mi universidad,
el chico de la mañana. Esto era demasiado extraño. Cuando Juan
Carlos se dio cuenta de la casualidad, en un silencio que permitió
justo el cambio del play list que sonaba en el iPod de la Anita, se
puso serio y dijo:
–Imagino que un día llegaras de noche a mi casa,
haciendo sonar la tediosa campanilla que cuelga en la entrada y que
al abrir estuviera tú detrás con un ramo de flores, para mí… Si
Carla, para ti–
Miré a la Anita, está desde un poco más atrás de
mí, clavaba una malvada mirada al Juanqui, El me miraba tiernamente
a mí y yo…? yo empecé a ver borroso, las famosas “líneas” y
el “WhikBull” me habían echo efecto… mal. No digamos que
borroso, así de ojo sucio era la sensación, no, más bien borroso
de todo rápido, como si a la imagen que veía le quitaran pedazos,
como esas películas stop motion, que como que saltan en el espacio y
tiempo, si, así. Con una extraña sensación en mi cara y en mis
dientes, como anestesiados, no podía dejar de apretar y hacerlos
sonar. La imagen cada vez más difusa y el recuerdo nulo.
Recuerdo eso si, que la Ani apenas el Juan Carlos puso
un pie en la casa, giró sobre su propio eje, subió veloz y
taconeando, sin siquiera decir nada. La quise alcanzar, pero el brazo
seguro y firme de él me detuvo al tiempo que me atraía hacia sus
pectorales, dejándome frente a frente, pudiendo incluso sentir su
respiración y riquísimo perfume. La seguridad que secretaba este
semental, tenía que ver con que en mi rostro la única expresión
legible en ese momento era de “Si gueón, a mi también me gustas”.
Al ver esta, la única expresión en mí, me besó, como nunca había
hecho nadie, tierno, gentil, fuerte, sensual y fuerte otra vez. Hasta
perderme en esa sensación que solo puedo definir como “absoluta”.
De ahí para adelante fue todo imágenes cortadas. Tomando,
“fumando”, apagón de luces y encendido de las mismas varias
veces, Juan Carlos sin camisa, una cámara fotográfica, él en el
suelo, yo sacándole fotos, flash! tirándome humo a la cara, flash!
viendo su cara al abrirme el abrigo, flash! viendo la mía en el
reflejo de la ventana, flash! yo azotándolo, flash! el azotándome a
mí, flash! él haciéndome cariño, flash! yo azotándolo, flash!
abrazados, flash! Azotándolo y flash! azotándolo, flash! separados
y por fin un largo y profundo negro.
Sencillamente genial. Una historia para devorar. Espero ansiosa el ultimo capítulo. Con que frecuencia sale?
"Carlita"