Relatos ♣ Amiguita (Capitulo I)
Posted: lunes, 22 de agosto de 2011 by @kmilosandoval in Etiquetas: Amiguita, Antología, Chile, Concepción, Cuento, kmilosandoval, Narrativa, Relatos
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(Capitulo I)
Mi amiga, la Anita María, siempre fue loca, desde el colegio, cuando por ejemplo le dio, a modo de meta de vida, besar a todos los compañeros de su lista "Minos" del Sagrado Corazón, donde estudiábamos en Concepción, Chile. A todos, incluso a los del cuarto que eran mucho más grandes y por consiguiente también mucho más minos. La verdad, ahora que teníamos 26, sin los chapes y más bien "pelolais" de moño improvisado con lápiz, no había cambiado en nada y cuando se proponía algo siempre lo lograba.
Desde hace un tiempo estaba saliendo con un tipo que estudiaba en la UBB, arquitectura. De esos que viven en sus talleres entre planos, maquetas y jodas infinitas que se hacían ahí mismo entre, todo lo antes mencionado. Yo, como su mejor amiga, lo sabía muy bien y con lujo de detalles, a pesar de que hubiera preferido enterarme solo de la mitad y con hartos menos detalles de las partes, que ella consideraba tan, tremendamente "hot" (Debe por eso que le llaman "Intimidad").
Cuando habían pasado casi seis meses de andanza con el "arquitonto" me llama por teléfono demasiado temprano, era signo de que, algo malo había pasado, de que algo muy bueno estaba pasando o, que se había pasado en banda sin dormir, otra vez y necesitaba que sacara el escarabajo del garage para ir a buscarla otra vez. Seguro había quedado raja, entre tanto pisco, vodka, chela, pito, mote y como ella decía con tanto entusiasmo – Pico amiga, estoy llena de pico güeona – Me hacía tanto reír. Como pude y solo por que era ella, le contesté, pero antes que dijera aló, desde el otro lado escuché la estridencia de su voz en mi orejita derecha, que como despertador antiguo me levantaba bruscamente, mientras el eco de las gaviotas resonaba como un parlante en mi oreja izquierda.
–Carlita gueona, galla, amiga!!!– Por su voz solo estaba contenta y un poco entusiasta, nada malo había pasado, siguió.
–Gueona, este mino… este mino… este mino…– Corrijo, si estaba un poco borracha, seguro con vodka, era el único trago que le hacía repetir. Gritó desde el otro lado del auricular.
–…Este mino es!!– Se refería a que otra vez, este tipo podría ser un posible candidato de marido, soñaba desde que tenía siete años, con casarse. A esa hora, le contesté amorocita, como pude, era mi amiguita.
–Anita, puchas que me alegro por ti amiga, en verdad– Tras ella podía escuchar perros ladrando y el ruido propio de la calle en movimiento, quizás donde estaría, retomó aspirando aire profundo y medio moquillento.
–Amiga, carlita gueona, necesito urgente, hablar contigo y pedirte un favor. Voy para allá– Antes que dijera, decidiera o contestara algo ya me había cortado.
No alcanzaron a pasar cinco minutos cuando sonó el timbre. Claramente era ella. Abrí la puerta con la campanita que sonaba tediosamente cada vez que esta se movía. A contra luz pude distinguirla, apoyada con codo y mano en el umbral, con una botella de absolute en la otra y mirando el suelo. Su cara tierna pero desorbitada apareció de a poco a medida que tambaleándose entraba en la casa. Sus ojos rojos de tanto fumar cuete hacían que no se le distinguieran los ojos color verde oscuro que tenía por derecho propio, su piel blanca como sucia, sus piernas largas y su pelo mal teñido a esa hora de la mañana hacían que se viera como triste, incluso le lucían poco las siliconas que su papá le había regalado a modo de compensación por toda una vida de abandono, mucho menos la lipo que la mamá le había dado con la pensión que juntas habían "peleado" después de la separación con el que nunca había sido su padre, no así muchos otros que su madre "cuidadosamente" se encargó de escoger, cual de todos más pastel.
Subió derecho a mi cama, se dejó caer de un solo golpe, donde calló quedó y durmió, como un "angelito" solo que ya no lo era, no por lo menos mientras no le quitara de entre los agarrotados dedos la botella de vodka, que por cierto ya más nada tenía. Parecía que no había dormido en años, que llevaba de parranda toda la vida, en parte, así no más era.
Cuando por la tarde volví de la U de un certamen imposible que tenía de calculo, la Anita, ya estaba duchadita y me esperaba con algo de comer, comida de hamster le decía yo, poco de todo y harto vegetal, a mi me daba lo mismo lo que comíamos, siempre fui flaca, pero para ella en cambio, era todo un tema y la hora de comer era un momento de reflexión en el que se acusaba por todas las "cochinadas" que había comido, eso incluía el copete y todo lo demás que la farra exigía.
Saltó de atrás de la mesa donde estaba escondida, gritando – Sorpresa!! – A pesar de que se veía incluso por la ventana antes de entrar a la casa, era la clase de cosas que hacía, sorprender. Se notaba que había terminado de poner la mesa recién y con su clásico entusiasmo me abrazó, fuerte, segura y cariñosa. Al separarnos me tomó por los hombros y me miró con sus ojitos, ahora claros en los que se podían reflejar mis lentes de marco grueso y luego de suspirar largo y tendido me dijo.
–Amiga de mi alma, lo encontré. No, me digas nada. Esta vez estoy segura–
–Pero Anita, se conocen hace tan poco tiempo, estás segura?–
–Amiga, gueona, estoy más que segura–
–Anita, no te valla a pasar lo mismo que con el negro ese–
–No, para nada, Juan Carlos es todo un caballero, con futuro y super centrado – Se nota, pensé. Por eso te viene a dejar a la hora del copi Miércoles, Jueves, Sábado y Domingo de forma ininterrumpida por seis meses.
–Bueno Anita, haz lo que quieras yo siempre te voy a apoyar en todo lo que quieras– Como que su cara cuando dije "todo" se iluminó y me sentó de golpe en el sofá felpudo, único para sentarse en toda la casa. Casi emocionada me miró con los ojos llenos de lagrimas y recitó.
–Eres una verdadera amiga y como sé que eres una verdadera amiga, que me apoya en todo, como recién dijiste, es que me voy a atrever a pedirte este favor– En mi cabeza, sabía que nada bueno me pediría, pero que diablos, nos conocíamos tan bien que le sonreí a modo de aprobación, después de todo ¿Que tan malo podía ser? Resignada y como media cansada le contesté.
–Cuentame de que se trata– Ella se paró, se acomodo el pelo, se paseó por al rededor del sillón, sentía su mirada que iba de mi, al suelo, a sus manos y de nuevo a mí. Se paró en seco delante mío y super seria me clavó la mirada.
–Mira Carlita, yo sé lo conservadora que eres, sé que no somos muy parecidas en muchas cosas, osea tu eres la estudiosa, yo la fiestera. Tú eres super fiel y bueno… yo no (Se rió al tiempo que lo decía todo con las manos) También por ejemplo a ti te gusta leer y a mi las películas de terror y pornos de los 70 (Había algo en los hombres extra peludos que le gustaba) y a pesar de todo eso, hemos sido amigas, desde cuando? El colegio?– Le contesté un poco lateda la verdad.
–Si Ani, del Cole cuando gracias a que me dejaste juntarme contigo me volví popular y pude salir con el Mauricio Echegoyen, como olvidarlo– Pero rapidito siguió sin parar
– ...Y no solo eso amiga, la vez que te salvé de las mellizas Campos. O la vez primera vez que te llegó la regla y te tapé toda la hora de clases para que nadie te viera. O esa vez que me pediste que por favor hablara con el niño que te gustaba en la u? Como se llamaba?–
–El Ricardo Asimut– Le contesté sin animo, habíamos recordado todos esos momentos cientos de veces, ella más que yo.
–Si po! el Asimut, puchas que era lindo ese niño (Le puse cara de poto no más) Es por eso, por las cosas que hemos hecho la una por la otra, más yo por ti (Lo dijo en serio) es que, me atrevo a pedirte este favor que solo a ti te podría pedir, solo por la confianza que te tengo amiga– La corté en seco
–Ya! para y dime de una vez que es lo que necesitas Ana María– Me acomodé lentes, pelo, mangas y me apoyé en el respaldo resortudo que tenía el, ahora, incomodo sillón. Ella lentamente se sentó de rodilla junta con sus manos en el regazo, se miró las uñas mal pintadas y luego de nuevo a mi, así por fin, lo dejó salir.
–Juan Carlos quiere hacer un trío– Literalmente no me cayó una aguja en el poto y sin pestañear contesté.
–Queeeee!?!? Me estai' guebiando Ana?! Como se te ocurre!!?–
–Carlita, no lo tomes a mal, pero no hay nadie más con quien tenga tanta confianza–
–Si, pero no, olvídalo!–
–Pero Carli, amiga ¿¡Qué tanto?! Nos conocemos enteras, hemos dormido juntas y además… Además (Se puso seria) yo soy tu única amiga – Con eso me cagó, no por lo que dijo o por la intención, sino por que era la pura y santa verdad. Me había empecinado tanto en mis estudios y en destacar para ser una buena profesional que me había olvidado de todo lo demás, incluso de socializar.
Me puse seria, lo más que pude y le expliqué con calma.
–No sé Anita, además ni siquiera conozco en persona a este gueón ¿Cómo sabes si no me gusta?–
–Bueno pero en el peor de los casos si no te gusta, toritilleas conmigo, mal que mal el rumor ya se había corrido en el colegio – Unas risitas secretas fueron tapadas por sus manos dejando que viera solo una mirada del tipo traviesa. A mi esa complicidad y la anécdota igual me daban risa, así media riendo al tiempo que le pegaba con una almohada le señalé.
–No gueona, el rumor, falso! lo echaste a correr tú chueca– Sabíamos había sido una humorada de quinceañeras, pero también estábamos conscientes, yo más que ella, que el tema siempre me llamó la atención. Quizás en el fondo siempre había sido lela y solo no había tenido tiempo para darme el trabajo de descubrirlo. Otra vez se puso seria, para tratar de convencerme de una más de sus locuras, pero la verdad con todo lo que había hecho por mí, era cuestión de tiempo a que llegáramos a lo del "Chico Sagredo" y la verdad no, no quería recordarlo ni mucho menos agradecerlo.
–Mira Carli, si no quieres no importa, yo lo voy a entender y apoyar, como esa vez con el Chico Sagre…– Ahí la corté en seco.
–No! Para! Ni se te ocurra mencionar a ese gueón otra vez! Dale te voy a ayudar!– Era una buena razón para pasar piola, no querer escuchar más de ese enano mil veces maldito. Pero además era una buena excusa para pasar piola mientras experimentaba todo eso que no había podido antes y que ahora más que seguro, a las puertas de egresar de medicina, como había siempre soñado, era hora de intentar, por que no? Es decir que podría salir mal? Pensé mientras la Ani me abrazaba más que agradecida como si le hubiera cedido un riñón para trasplante.
Por ahora lo primero era olvidar lo seguramente peludo que era el tal Juan Carlos ese y empezar a pensar en mi amiga más que como solo eso, sino que a mirarla con "otros ojos" desde otra perspectiva, después de todo la Anita era mina, de cirugía, gimnasio, taco de 10 cm por lo menos, pedicura y manicura a la semana, de D&G y de peluquería de 60 lucas por teñido. Yo por otra parte… "Yo por otra parte" resonó en mi cabeza al tiempo que me reflejaba en la ventana del comedor, era más bien low profile, un metro sesenta y tres, bototo, de lentes geek, uñas comidas, melena castaña natural, mochila, estetoscopio robado y por si fuera poco, flaca como palo, demasiado quizás para la actividad que estaba por venir. En resume ella, recién levantada y con caña a las 9:30 una diva, yo en las mismas circunstancias y si me miraban de lejos con neblina de Collao realmente me podrían confundir con un niñito. Era ese mismo reflejo el que me había llevado a tomar una decisión, no quería verme más así, o al menos quería que mis compañeros me vieran con otros ojos y no más como a un "compadre" como muchas veces me llamaron.